Todos estos cambios han hecho que algunas personas consideren la radio como un medio poco moderno (casi obsoleto) o simplemente aburrido; sin embargo, estas opiniones no pueden estar más lejos de la realidad: a través de más de un siglo, la radio ha demostrado ser un medio de comunicación resiliente, versátil, útil y divertido. Y cuando hablamos de radio, no estamos hablando del aparato o del acto de sintonizar una frecuencia para escuchar música o noticias, estamos hablando, como dice el radialista argentino Francisco Godínez Galay, de una forma de comunicar, una forma de combinar sonidos para transmitir mensajes.
La radio nos permite imaginar mundos maravillosos y propios, pues al estimular únicamente el sentido del oído, solo tiene que sugerirnos algo para que, luego, nuestra mente termine de “dibujar” la idea. Con solo escuchar las olas del mar, por ejemplo, nuestra imaginación puede inventar una playa mil veces más hermosa, que cualquier playa que se nos muestre en la televisión. De ahí lo hermoso de la radio, de su forma tan única de hacernos parte del mensaje.
En la era del Internet, esta forma de comunicar que llamamos radio se ha adaptado, como era de esperarse, y ha trascendido al soporte de las frecuencias. Noble, como siempre lo ha sido, se ha puesto al alcance de todos, para que puedan crear sus propios mundos utilizando sonidos, que luego pueden publicar como podcast o como contenido en sus redes sociales. El lenguaje de la radio no solo ha encontrado cómo adaptarse, sino que, además, ha logrado ser más participativo.
Hoy, 13 de febrero, Día Mundial de la Radio, recordamos que esta forma de comunicación participativa también ha sido de vital importancia para la educación de miles de estudiantes del Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica (IGER) a lo largo de más de 40 años.
A más de un siglo de su surgimiento, la radio sigue estando cerca de la vida, la educación y la imaginación de millones de personas en todo el mundo. ¡Larga vida a la radio!
