Contribuimos al desarrollo social y humano de las comunidades de Guatemala, mediante programas de educación a distancia.

Comunicación ASEC

21 octubre 2022

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Lo que la lluvia nos dejó

Susana Lino

Derrumbes a nuestra derecha y también a la izquierda. Así nos recibió el 28 de septiembre recién pasado la carretera que va hacia Palencia. Nos dirigíamos a entregar víveres a nuestros estudiantes.  Y es que, a lo largo de ese mes, las copiosas lluvias fueron muy frecuentes en Guatemala, tanto que provocaron diversas catástrofes en todo el país, y, en especial, en este municipio.

 

Milagrosamente, la mañana de nuestra travesía, la naturaleza nos mandó un día despejado, con un sol intenso; nadie podía creer que la noche anterior había ocurrido una tormenta constante, que mantuvo asustados a los pobladores de las comunidades de Palencia, quienes, resguardados en sus hogares, rezaban para que no ocurriera otra desgracia.

 

Llegamos por fin a la municipalidad de Palencia a recoger al profesor José Guadalupe, quien colabora en dicha entidad y que, también, atiende varios círculos de estudio del IGER ubicados en diferentes comunidades del municipio, tales como Volcancito, Sansur, Jocotales, Anonos, Cofradías, Hatio y Bejucal. Él nos acompañaría a entregar los víveres a los estudiantes, que se reunirían, algunos en Sansur y otros en Volcancito.

 

 

 

Primero nos dirigimos hacia Sansur. Mientras subíamos la montaña, nos encontramos con más derrumbes y con riachuelos que bajaban sobre la carretera que aún tiene partes asfaltadas. Logramos pasar gracias a que los pobladores y la municipalidad se organizan rápidamente para retirar la tierra y despejar el camino de modo que los vehículos puedan pasar.

Pero, los derrumbes y riachuelos fueron poco a comparación de lo que les ha sucedido a las personas de las comunidades que se encuentran antes de llegar a Sansur. Varios de ellos tuvieron que abandonar sus casas, de la noche a la mañana, porque una grieta enorme se las había arrebatado. Se trata de un lugar que probablemente tardaron años en construir, en el que decidieron asentarse porque se sentían resguardados, en donde seguramente tuvieron alegrías y experiencias agradables, a la par de tristezas, que nunca faltan. Un lugar donde se habían desarrollado sus vidas. Lamentablemente, tuvieron que dejarlo todo porque, en algún momento, su patrimonio quedará convertido en escombros. Las mismas casas ya están agrietadas, la iglesia a punto de desmoronarse y los caminos hundidos. En fin, parecen comunidades fantasma, en las que solamente la naturaleza puede permanecer. Ahora, las personas afectadas se encuentran en albergues o pidieron refugio con amigos o familiares.

 

 

 

Al llegar a Sansur, entregamos víveres a 20 estudiantes del IGER que se vieron afectados por estas catástrofes. En plática con ellos, nos confiaron que han tenido pérdidas considerables, ya que sus siembras se han arruinado por tanta agua; incluso el güisquil, que es muy agradecido y no requiere de tanto cuidado como el tomate, café o frijol. Además, algunas de sus casas fueron dañadas por derrumbes o filtraciones. Solamente esperan que las lluvias disminuyan para iniciar nuevamente sus siembras y poder tener una fuente de ingresos. Luego de un tiempo conviviendo con ellos, tuvimos que retirarnos, no sin antes brindarles unas palabras de aliento y solidarizarnos con su voluntad de seguir adelante.

 

 

Después, nos dirigimos a Volcancito. Tuvimos que regresar a la cabecera de Palencia y tomar la carretera que nos llevaría a dicho municipio. Nos llevó aproximadamente 40 minutos en vehículo. Al principio del camino encontramos carretera asfaltada, aunque también surgían riachuelos que bajaban sobre ella. No hay duda de que el agua busca por dónde desembocar, sin importarle por dónde pasa. Por tal razón, los pobladores ya no esperan que esa ruta siga siendo una carretera asfaltada, porque, en poco tiempo, se arruinará.

Más adelante, llegamos a un camino de terracería, con zanjas y bastantes piedras. Nadie puede llegar a la comunidad a menos que tenga un vehículo agrícola de doble tracción o que camine por los senderos de las montañas. En conclusión, el acceso es limitado y, para quienes viven allí, salir es muy complicado y requiere de mucho esfuerzo.

 

Al llegar a Volcancito, una comunidad que está rodeada de montañas, hermosa por el color verde intenso que la caracteriza, hicimos entrega de más víveres a 10 estudiantes, en su mayoría, jóvenes. A pesar de las dificultades, percibimos que siguen motivados y desean continuar sus estudios. Esto nos llenó de satisfacción. Nos agradecieron sinceramente por la colaboración, que les beneficiaría por un par de días.

 

Finalmente, al regresar a la municipalidad de Palencia, hicimos entrega de las bolsas con ropa a los colaboradores de dicha entidad, ya que consideramos que las familias que se alojan en los albergues la necesitarían más, debido a que tuvieron que abandonar sus hogares sin tener tiempo de llevarse sus pertenencias.

 

Quiero finalizar este artículo agradeciéndole a cada colaborador de ASEC-IGER, que no dudó en apoyar en la campaña de recolección de víveres. Gracias a su contribución, pudimos preparar 30 bolsas con frijol, pasta, incaparina, papel higiénico, crema dental, agua pura, azúcar, margarina, aceite y leche, así como donar ropa en buen estado para las personas que se quedaron sin hogar.

 

 

 

No hay duda de que somos una institución con enfoque social, que vela por la integridad y la superación de las personas desde nuestra fortaleza, que es la educación a distancia, pero que también se solidariza cuando nuestro prójimo lo necesita.  Desde nuestras posibilidades, no vacilamos en apoyar y, sobre todo, en actuar en favor de quienes lo requerían. Esperamos, sinceramente, que las condiciones climáticas mejoren, que las autoridades trabajen por reducir el peligro al nos exponemos diariamente los guatemaltecos y que todos, como buenos ciudadanos, nos unamos para exigir bienestar y trabajar por el bien común.