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Comunicación ASEC

02 febrero 2021

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Educación en tiempos de la pandemia de COVID-19

Claudia Johanna Godoy Carrera

 

Para iniciar diré lo obvio: la pandemia nos tomó por sorpresa. No se había establecido ningún plan previsor de lo que ocurriría en educación si llegara a suceder algo semejante.

 

En alguna loca reflexión yo había pensado que la influencia de la tecnología haría que el e-learning cobrara relevancia en Guatemala, pero lo veía como algo muy lejano, especialmente después de que el último censo arrojara el siguiente dato: únicamente el 17% de la población guatemalteca tiene acceso a internet.

 

Sin embargo, la pandemia planteó nuevas urgencias, el cambio ocurrió y, de pronto, la mayor parte de actividades educativas debían realizarse a través de medios tecnológicos. El mundo virtual nos alcanzó, nos obligó a actualizarnos, a innovar y a enfrentar retos desconocidos.

 

El IGER ya tenía una amplia experiencia en educación a distancia, sin embargo, el papel de los círculos de estudio y del encuentro presencial entre estudiantes y orientadores quedó suprimido.

 

Retos para los estudiantes

En general, los alumnos han debido desarrollar tres capacidades que probablemente no tenían tan definidas antes de encontrarnos en esta emergencia, pero que se han fomentado durante este tiempo:

  • Capacidad de aprendizaje autónomo: el alumno debe ser capaz de enfrentarse en solitario con una parte de los contenidos del curso y resolver de forma autónoma las dudas que se le plantean.
  • Capacidad de aprendizaje autorregulado: el alumno debe velar por el cumplimiento de un plan de trabajo, propuesto de antemano de acuerdo con la programación del curso.
  • Capacidad de aprendizaje colaborativo: el alumno tiene que ser capaz de comunicarse y dialogar para llegar a acuerdos, tanto con el profesor, como con el resto de los compañeros y compañeras, pues el aprendizaje colaborativo suele ser un elemento integrado a la mayoría de los cursos en línea[1].

 

Algunos retos del proceso de aprendizaje para el profesorado

Durante estos meses, fue necesario resolver una infinidad de problemas técnicos y didácticos. Sin embargo, uno de los que sobresalió fue el relacionado con la importancia que el ámbito escolar físico representa en el proceso de socialización de los estudiantes, tanto en relación con sus compañeros como con sus profesores. La frase que hemos escuchado de los pedagogos “se aprende en relación con el otro” fue uno de los grandes retos y, al mismo tiempo, una de las debilidades que pudimos observar en los procesos de aprendizaje.

 

 

El contacto con los compañeros de clase, con los profesores, la comunicación gestual, la ejemplaridad de las acciones se vieron limitados, aunque forman parte fundamental de la formación que buscamos en el proceso educativo y que esperamos que los alumnos aprendan.

 

 

Por otra parte, los educadores buscaron la forma más adecuada para inyectarle emoción y sentimiento a las nuevas herramientas virtuales que debieron utilizarse. La emoción es aprendizaje y fue necesario encontrar las dinámicas, las palabras y las estructuras para comunicar de forma más humana y consciente en un ámbito predominantemente tecnológico y virtual.

 

 

Aunque toda la sociedad y el gobierno luchan por alcanzar la llamada “nueva normalidad”, que todos queremos que se parezca a la anterior normalidad, el 2021 nos sigue planteando grandes retos y, al parecer, la tecnología ha venido para quedarse.

 

[1] Padilla Sánchez, Gabriela Eugenia et. al. Un reto para el profesor del futuro: la tutoría virtual. Publidisa, México.